Queridos Hermanos, cuántas historias de vida se habrán escrito en el Sanatorio San Francisco (Sagredo 7), en casi un siglo; hay tantas que me permitiré platicarles una que ocurrió en esta época invernal:
Eran como las 23:17 horas y entraron muy alarmados varias personas porque uno de ellos estaba sufriendo una crisis respiratoria.
Después de tranquilizar su lógica desesperación, con apoyo del médico y las enfermeras; de inmediato en Urgencias, se le conectó al monitoreo de oxígeno para que retomara el nivel que debe mantener y de esta forma subir la oxigenación a más de 90, bajando en consecuencia el ritmo cardiaco que se había acelerado a menos de 80.
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Se le hicieron -al mismo tiempo- laboratorios, entre ellos, para conocer si había Influenza o Covid que pudieran estar afectando, electrocardiograma y estudios de rayos X en pulmones, con el fin de conocer si la afectación que le provocó esta severa crisis había llegado a más.
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Se diagnosticó que había recibido fuerte golpe en el pecho, que por fortuna no había hecho algún daño ni en el corazón ni en otro órgano vital; simplemente fue el fortísimo impacto lo que causó perdiera la capacidad de respirar con normalidad.
Para las 2 de la mañana ya del siguiente día, en su habitación y con vigilancia médica permanente, se le estuvo administrando todos los medicamentos necesarios que se le habían recetado.
La madre del paciente daba gracias a Dios por haber hallado al Sanatorio San Francisco después de mucho caminar; porque al verlo y entrar, sintieron confianza, y al mismo tiempo, se sintieron tomados en cuenta.
Al ver que por fortuna, en el Sanatorio San Francisco se cuenta con lo necesario para haber atendido la crisis, calmó a todos los familiares y no faltó quien se quiso revisar de la presión y hacerse la prueba de diabetes, por el terrible susto que llevaron.
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Cuando dieron de alta al paciente y ya con la paz en sus espíritus, más les tranquilizo que la cuenta no había sido onerosa, a lo que la madre del paciente comentó con felicidad:
“Habíamos ido a otros que nos recomendaron pero no nos quedamos porque no nos alcanzaba el dinero. Por suerte hallamos al San Francisco y la verdad fueron Dios y la Virgen de Guadalupe los que nos lo pusieron en el camino, la atención desde el cariño de las Madres, Hermanas, de los médicos y enfermeras como enfermeros, ha sido excelente; y el costo nada caro, cobraron lo que tenía que ser y eso se agradece”.
El deber de todos los que conformamos el Sanatorio San Francisco es darle absoluto apoyo al paciente, porque es la misión que Dios nos ha dado y la aceptamos conscientes de ello.
El joven paciente se retiró con la felicidad de estar restablecido y se ha convertido no sólo él, sino su familia en asiduos pacientes del Sanatorio San Francisco.
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“La verdadera enseñanza que transmitimos es lo que vivimos; y somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos”: San Francisco de Asís.
Fraternalmente,
Hermana Verónica
Directora Administrativa
Paz y Bien
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Teléfono Sanatorio San Francisco: 55 5598 3100
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